En mi juventud escuché por primera vez el concepto del “Sueño Americano” que motivaba a muchos mexicanos y personas de otras nacionalidades a emigrar ( legal o ilegalmente ) a los Estados Unidos, porque se consideraba que todas las personas que tuvieran la disposición y voluntad de trabajar, podían perfectamente mejorar substancialmente sus ingresos económicos, ganando en varias horas de trabajo, lo que en sus países de origen ganarían en mucho mayor tiempo.
También empecé a observar que este Sueño Americano parecía que se habia contagiado ( difundido y aceptado ) en otros países como el nuestro y se afirmaba que también ( aunque en menor grado ) en nuestro entorno cualquier persona que verdaderamente se preparara ( educación y experiencia ) y trabajara con esfuerzo y dedicación, podrian perfectamente no solo mejorar sus ingresos, sino que tambien pudiesen ascender en la escala socio económica.
Posteriormente descubrí que las ideas centrales de esta manera de pensar, forma parte de lo que ahora conocemos como la cultura de la meritocracia, en la que se supone que los buenos sistemas de gobierno el poder lo ejercen las personas más capacitadas según sus méritos y que inclusive tambien está vigente en nuestro entorno socioeconómico ( ejemplo en las empresas y universidades ) en donde todos los individuos pueden alcanzar una movilidad social ascendente si se lo proponen, premiando su talento y esfuerzo.
Pero tristemente vemos que esta cultura, aunque tiene muchas cosas buenas, es una utopia, que se enfrenta a una realidad opuesta, pero no solamente por la crisis actual debida a la pandemia, su pésimo manejo por parte del gobierno, ( el cierre de muchas pequeñas y medianas empresas, la grave afectación en lo relativo a la educación ) , sino que también de manera permanente, tiene una serie de características que podemos observar como pros ( cosas buenas ) y contras ( cosas malas ).
A continuación trataré de mencionar las que considero más importantes:
Como pros incuestionables, la meritocracia refuerza la idea de cada uno de nosotros internamente somos maravillosos y nos motiva a hacer algo importante por nosotros mismos , enfatizando la competencia y el logro personal.
Como el sistema es super competitivo y basado en los méritos, induce a las personas a cultivar sus habilidades, a pensar en si mismos y en el trabajo inculca un espíritu instrumental buscando oportunidades de subir de nivel y promover sus proyectos individuales.
La cultura meritocrática quiere que seas grande, que te enorgullezcas de ti mismo, que creas merecer mucho y que puedes conseguir todo lo que crees merecer ; quiere que te hagas valer y que lo presumas.
Como contras importantes, dado que la meritocracia parte de la idea de que en igualdad de condiciones, los que triunfan son los mejores y así creen que lo han hecho por si mismos y que merecen todas las recompensas recibidas, mientras que los que no lo logran, piensan que no son capaces y que han fracasado, lo cual genera arrogancia en unos y desmoralización en otros.
Se desconoce o minimiza la importancia en el éxito, de la ayuda y la suerte, con la familia, los amigos , la comunidad, la instrucción escolar, la época en que les toco vivir, etc.
Esta cultura promueve hacer las cosas que te impulsan a la cima, pero no te alienta a preguntarte por qué las haces, no te orienta en la elección de diferentes trayectorias vocacionales para determinar cuál de ellas es mejor moralmente ; probablemente saca el mejor provecho de tus habilidades, pero puede inducir a una mayor dificultad para apuntar tu vida en una dirección significativa.
Se promueve un individualismo feroz y se dificulta la solidaridad y subsidiaridad.