Durante las últimas semanas se ha escrito muchísimo sobre el Coronavirus y la pandemia del Covid 19 ; creo que inclusive ya no queremos tener más información al respecto, no queremos saber más sobre los peligros que estamos enfrentando y que seguramente seguiremos enfrentando en el futuro inmediato ; estamos conscientes de las serias consecuencias que se presentarán en el terreno de la salud y sus graves efectos en materia económica y política. A veces queremos imitar a la avestruz, enterrando la cabeza , para desconocer la realidad.
Así que con esta actitud, intentaré reflexionar sobre diversos aspectos que considero importantes y que me ayudan a confirmar la verdad del dicho “ no hay mal, que por bien no venga ” consciente de que esta tormenta pasará, aunque nos deje daños mayores.
Aclarando que no comentaré todo lo relativo directamente al aspecto económico y lo relacionado con las fuentes de trabajo y el empleo, precisamente para no hacer llover sobre mojado y porque creo que estos aspectos aunque tienen mucho en común ( todos estamos en la misma tormenta ) su afectación y consecuencias inmediatas son muy diferentes ( vamos en distintas lanchas )
Debemos conocer y aceptar la realidad, conscientes de la limitación de lo que podemos hacer, no preocupándonos por lo que no está en nuestras manos ; aceptando que los tiempos que se nos avecinan no son tan agradables como fué el pasado inmediato ; que no existen soluciones perfectas, porque siempre tendrán limitaciones y que lo más sano, será desarrollar una coraza para la adversidades.
Creo que las personas que hemos tenido el privilegio de quedarnos en casa por el periodo de tiempo que hemos juzgado necesario o conveniente, con la esperanza de atravezar esta pandemia con vida y salud, nos hemos enfrentado a preguntarnos ¿ que hemos aprendido en este tiempo ? , Si el regreso a la normalidad ya no va ser igual, ¿ en qué va a cambiar mi vida ? ¿ Cómo debiera y quisiera comportarme ?
Preguntas que a manera personal y en forma global respondo: he tomado mayor conciencia de la fragilidad de la vida, de la importancia de la salud ( no solamente física ), de la interdependencia con los demás,de la irrelevancia de las posesiones materiales, del valor relativo del consumismo.
Tambien he constatado el valor, la necesidad y dependencia que tenemos a la tecnología , en los teléfonos celulares , en las computadoras, en el internet y de los programas que utilizamos cotidianamente como el correo electrónico, el FaceTime, el Zoom, etc.etc.
Me atrevo a decir que nuestro encierro no solo nos dió la oportunidad, sino que nos obligó a pensar mas en nosotros mismos, a conocernos un poco mejor, a conocer mejor a nuestros cercanos seres queridos, a apreciar más a nuestros colaboradores, a manejar mejor nuestra emotividad y expresiones de cariño y por que no decirlo, a expresar nuestro amor.
En pocas palabras, este periodo de reflexión nos obliga a revisar nuestra escala de valores , que teóricamente orienta nuestras acciones y quizás de manera más importante, nos reta en relación a nuestra Fe en Dios.
Creo que muchos de nosotros nos hemos cuestionado nuestra Fe y la imagen que tenemos de Dios, llevándonos irremediablemente a la disyuntiva: de que aumente mi fe adulta y mi conocimiento de “Dios” o por el contrario, cuestione la imagen que tengo de “dios” y me vaya convirtiendo, poco a poco, en un creyente no practicante o agnóstico.
En lo personal que quiero merecer el nombre de Católico, que intento ser y actuar congruente con mi Fe, creo estoy madurando mi espiritualidad, lo cual tambien me lleva a preocuparme y ocuparme de mi persona, mi familia, mis amigos, mi iglesia y en forma especial en esta tormenta de los enfermos, del personal médico y de los pobres y desamparados.
Para terminar insisto, todos y cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de ser mejores personas, a tener mayor conciencia social y a trabajar más en apoyo a nuestro prójimo.